La actividad física contribuye a la prolongación de la vida y a mejorar su calidad, a través de beneficios fisiológicos, psicológicos y sociales.
En la infancia y la juventud, las personas son más activas, sin embargo hay un porcentaje elevado de ellas que no alcanza los niveles adecuados. Los datos de las últimas Encuestas Nacionales de Salud muestran que cerca del 80% de la población no realiza la actividad física aconsejada para mantener la salud.
Ser activo puede ser un estilo de vida. Significa elegir, siempre que se pueda, opciones más activas, y esta manera de vivir se aprende desde la infancia en la familia. Padres y madres podemos contribuir a que nuestros hijos e hijas sean más activos dándoles ejemplo. Nosotros somos un referente básico para ellos, de modo que si incorporamos algo de actividad física en nuestro estilo de vida les estamos trasmitiendo un modelo de vida activo, que es beneficioso tanto para nuestra salud como para la suya.
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